- Los “cabellos” de la madremonte ahora son más accesibles para los hombres y mujeres indígenas que se dedican a la elaboración de mochilas, chinchorros, canastos o aretes.
- Proyecto de Cuidadoras de la Amazonía reforesta con palmas de moriche y chiquichiqui para garantizar el aprovechamiento sostenible de las fibras, base de las artesanías.
- Prácticas ancestrales de cestería se convierten en sustento de la comunidad de Guamal en Inírida.
Noticia publicada por Visión Amazonía.
Solo unos pocos indígenas curripakos son escogidos por Inapirriculi, el dios creador, para el tejido.
En la cosmovisión del pueblo curripako, los jóvenes y jovencitas, antes de que alcancen la mayoría de edad, demostrando ser los más aventajados con sus manos, son conducidos a la selva para llevar a cabo un rito solemne que los conectará, para siempre, con las materias primas que brinda la naturaleza y les proveerá la sensibilidad propia del artesano.
La tradición curripaca indica que se debe poner al fuego un nido de Kutsiba (un ave que solo habita entre las hojas de las palmas de moriche y chiquichiqui), de tal manera que el humo y el hollín impregnen las manos del niño.
Así, a este futuro artesano le serán otorgadas las habilidades, la creatividad y la inventiva del Kutsiba, un animal experto en manipular las fibras de palmas de moriche y chiquichiqui para construir su nido.
Mujeres, un nuevo impulso
La palma de chiquichiqui (también conocida como marama) y la palma de moriche proliferan en terrenos inundables, como las orillas del río Atabapo (en Inírida), y sus hojas son las principales materias primas de las artesanías de esta comunidad indígena.
Durante todos estos siglos, el pueblo curripako ha perfeccionado el alistamiento de dichas hojas, las cuales pasan por minuciosos procesos de lavado, secado, cocción al fuego, control de humedad y tinturas naturales para convertirse en fibras que se pueden tejer.
Y mediante las técnicas de rollo y tejido en espiral, transmitidas de generación en generación, los artesanos curripakos dan forma a útiles canastos o mochilas que son usados en diversas labores de recolección.
Tradicionalmente, la elaboración de artesanías ha sido una ocupación importante por parte de las mujeres indígenas, pero por diversas razones por temporadas ha bajado su producción, razón por la cual con el apoyo de estos proyectos las mujeres han dado un nuevo impulso a este oficio.
Una de ellas es Erika Plácido, quien ha sacado adelante a Kutsiba, una marca de productos artesanales que incluye cestería, bolsos, canastos, collares, aretes y diferentes recipientes como joyeros o guarda-huevos hechos con la fibra de estas palmas amazónicas.
El emprendimiento, que toma su nombre del ave tejedora, ha participado con éxito en diversas ferias realizadas en ciudades dentro y fuera de la Amazonía. Sin embargo, ha tenido que sobreponerse a la escasez de fibras de moriche y chiquichiqui.
Materias primas al alcance
Pese a ser endémicas de la región amazónica, ya no hay tantas palmas de moriche y chiquichiqui como las que había en el pasado; la ganadería, la praderización y la ampliación de la frontera agrícola, así como la pérdida de tradiciones, han hecho que el número de estos ejemplares se reduzca, incrementando el costo de sus hojas y el trayecto que deben hacer los artesanos curripakos para conseguirlas.
Es por ello que Erika Plácido acudió a Visión Amazonía para presentar una propuesta que les permita a los artesanos curripakos contar con materias primas a su alcance, sin tener que salir del territorio indígena.
“Creamos una asociación, compuesta por mujeres en su mayoría, donde incentivamos la siembra de palma de moriche y chiquichiqui, para la recuperación de estas materias primas tan importantes para nosotros”, cuenta esta líder indígena.
Visión Amazonía detectó el impacto positivo que podía tener este proyecto y fue más allá: la entidad acercó a las mujeres de esta asociación con la oferta técnica del SENA, para capacitarlas en temas de agroecología que les permiten conocer más sobre cómo cultivar estas palmas amazónicas, hacer germinar sus semillas, cómo abonar la tierra, y, cuándo y cómo hacer un trasplante exitoso de la plántula.
Así mismo, los artesanos curripakos aprenden de la mano de funcionarios del SENA sobre temas de construcción de marca, emprendimiento, innovación y creatividad.
“Los asesores del SENA nos han mentalizado a buscar nuevos diseños en collares, bolsos, sin perder nuestra identidad. Yo he aprendido mucho en materia de terminados, algo muy importante porque uno puede tener un bolso muy bonito, pero se lo pueden devolver por estar mal terminado”, cuenta Erika Plácido.
En la comunidad de Guamal, en el municipio de Inírida, con recursos de la convocatoria de Mujeres Cuidadoras de la Amazonía, la Asociación Kutsiba construye una maloca que será el sitio de encuentro para los y las tejedoras del pueblo curripaco que ven en este emprendimiento artesanal, una alternativa productiva que genera recursos para cada una de las familias comprometidas con la conservación de las palmas amazónicas y con la pervivencia de las costumbres artesanales de su pueblo.
Así, junto a Visión Amazonía y el Programa de Pequeñas Donaciones del GEF-PNUD, los artesanos pueden seguir transformando los “cabellos” de la madremonte para tejer su historia y la del pueblo curripako en forma de mochilas, canastos, chinchorros, aretes o collares.