Vivir del bosque y contribuir a su conservación no son opuestos. Esta es la historia de Albino Borrero, un campesino ilustre de San Vicente del Caguán.
Noticia publicada por Visión Amazonía.
En la vereda Arenoso, ubicada en San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá, el cacao hoy es sinónimo de vida. A través de diferentes plantaciones de este árbol, los campesinos de esta latitud de la Amazonía colombiana hoy ven un renacer del bosque y su fauna, cuencas y quebradas, mermadas por la deforestación y la ganadería extensiva durante décadas.
Si bien la mano del hombre ha ido cercando cada vez más las fronteras de la madre naturaleza, reduciéndola en muchas zonas a pequeñas marañas de vegetación y tierras yermas, la voluntad de conservación de los campesinos le está devolviendo a la Amazonía la diversidad -verde, agreste y, a la vez, maravillosa- que siempre la ha caracterizado.
Durante gran parte de su vida, Albino Borrero, campesino de la vereda Arenoso, vivió arropado por las montañas de San Vicente del Caguán, las cuales -con los años- fueron perdiendo su verdor; en su niñez, los árboles que se alzaban hacia el cielo hasta casi tocar las nubes eran el hogar de una variedad sinigual de pájaros de la que hoy quedan muy pocos, así como los grandes caños de agua que antes llenaban el paisaje hoy son famélicos riachuelos, según cuenta el campesino.
“Cuando tenía ocho años, recuerdo los trayectos de hasta una hora y 20 minutos que debíamos hacer para llegar a la escuela donde todos los niños de por ahí estudiábamos. Mientras cruzábamos el bosque, nos topábamos con muchísimos animales que hoy no se ven mucho. Ver dantas, monos o cafuches era muy común, y los encuentros con tigres también; una vez, un tigre nos obligó a esperar a la sombra de un árbol hasta que se fuera. Pero todo eso ha cambiado”, narra don Albino.
Las nuevas generaciones dicen “basta”
De acuerdo con el labriego sanvicentuno, su generación creció haciendo lo que padres y abuelos habían hecho durante décadas: talar la flora endémica de la Amazonía para luego instalar allí cultivos de plátano, yuca o maíz, o hacer crecer pastos de engorde para ganado. Don Albino afirma que hay quienes quemaban los bosques sin ningún propósito.
Más temprano que tarde, los paisajes frondosos y llenos de vida que acompañaron la niñez de don Albino dieron paso a una vista melancólica muy dispar a la que vio crecer a este campesino.
“Hoy da tristeza mirar nuestros bosques. Hoy se ve mucho valle, quebradas casi secas y los animales se dejan ver muy poco. Nuestros padres y abuelos pensaban que el agua y la vida de la Amazonía, nuestro hogar, nunca se acabaría; que entre más monte se tumbara más grandes serían los terrenos”, se lamenta don Albino.
Sin embargo, en aras de paliar esta difícil realidad, don Albino y los campesinos de la vereda Arenoso empezaron a preguntarse: “¿qué podemos hacer para conservar el bosque y que mi familia, mis amigos y toda Colombia sigan disfrutando de esta naturaleza tan bonita?”.
La conservación y el cacao
La respuesta que don Albino halló a cómo salvar la naturaleza endémica de la vereda Arenoso de San Vicente del Caguán estuvo -ni más ni menos- que en la conservación de una parte de sus terrenos.
De esta manera, la finca de don Albino -cuyo tamaño total es de unas 57 hectáreas- hoy cuenta con cerca de 10 hectáreas dedicadas exclusivamente a la conservación, lo cual incluye la siembra de árboles (entre nativos, productivos y maderables), el cuidado de los cuerpos de agua circundantes (como cuencas de quebradas) y la instalación de corredores para pájaros, entre otras iniciativas apoyadas por Visión Amazonía que ya están dando frutos.
Precisamente, los esfuerzos de don Albino se enmarcan en el proyecto de ‘Sistemas Agroforestales’ de Visión Amazonía, en el cual este campesino descubrió las bondades de los árboles de cacao.
“Durante años nos dedicamos a tumbar árboles, ahora nosotros nos dedicamos a plantarlos. Queremos demostrar que sí es posible vivir del bosque, pero siendo sostenibles. El cacao ha sido un proyecto muy bonito porque nunca antes lo habíamos plantado, pero hemos ido viendo cómo no solo es sembrar, cuidar el palo y sacar el fruto que este da, sino que un pájaro puede venir y habitar allí: su canto es un “gracias” para nosotros”, manifiesta don Albino, quien también ha contado con el apoyo del Comité de Cacaoteros de San Vicente del Caguán (Comicacao) para la puesta en marcha de este exitoso proyecto de sistemas agroforestales de cacao.
Vivir del bosque con sostenibilidad
Igualmente, este labriego sanvicentuno ha descubierto junto a Visión Amazonía que se puede ser productivo sin que esto signifique acabar con los recursos naturales de la Amazonía colombiana.
Además de adoptar prácticas de ganadería sostenible, don Albino hoy le apuesta al cultivo de árboles maderables. Así, su finca ya cuenta con diferentes plantaciones de nogales y cedros que, árbol a árbol, están permitiendo devolverle al bosque sus riquezas.
“Como habitante del pulmón verde del mundo, le digo a toda Colombia: no tumbemos más árboles; por el contrario, venga y ayúdenos a sembrar más. Así trabajo para tener una Amazonía sin deforestación”, concluye Albino Barrera, un hombre que vive del bosque y lo conserva.