Las quemas de bosque en la Amazonía están volviendo cada vez más seca a esta región. Entender las temporadas climáticas que siguen sus ecosistemas permite entender mejor la problemática.
Por. Edersson Cabera.
Noticia publicada por Visión Amazonía.
El denominado equilibrio ecológico o balance de la naturaleza dicta que la muerte de un individuo significa vida para otro, incluso si se trata de los estragos ocasionados por los incendios forestales en un ecosistema; más allá de su faceta de “destructor”, el fuego puede ser semilla de diversidad. Eso sí, en su justa medida.
En condiciones naturales, el fuego hace parte de un proceso natural (por ejemplo, los incendios que se producen con la caída de rayos) que contribuye a la regeneración y renovación de los ecosistemas.
Cabe resaltar que diversas especies de plantas presentan adaptaciones evolutivas frente al fuego; por ejemplo, hay especies de pinos cuyas semillas germinan al entrar en contacto con humo de incendio, o hay zonas donde la naturaleza prospera en zonas con conflagraciones que duran meses, como en la Sabana africana.
Por otro lado, desde hace más de 10.000 años los incendios han sido usados por el hombre para la transformación de su entorno, pues mediante el modelo de tala y quema es posible dar paso a nuevas áreas de pastos o de cultivos.
De acuerdo con datos de WWF Internacional, cerca del 96 % de los incendios del mundo son provocados deliberada o involuntariamente por humanos. Aquí es cuando la connotación del fuego empieza a ser perjudicial.
Un problema en aumento
Con los años, la intensidad y la frecuencia de los incendios han incrementado debido a la acción humana, por lo que están dejando de ser beneficiosos.
Además, se ha demostrado que hay una relación directa entre deforestación y cambio climático. Con los niveles de deforestación actual, millones de toneladas de este gas de efecto invernadero (GEI) están siendo generadas en Colombia.
En la Amazonía colombiana, precisamente, las quemas están directamente relacionadas con la deforestación. Según estimaciones del Programa Visión Amazonía -el programa del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible para la reducción de la deforestación en la Amazonía colombiana-, cada hectárea de bosque deforestado en la región produce 566 toneladas de CO2 (dióxido de carbono) equivalente que es liberado a la atmósfera.
Amazonía, más seca
De igual manera, la recurrencia de las quemas en la Amazonía ha contribuido significativamente en la pérdida de superficie de bosque, lo que se traduce en que la humedad (una característica esencial de la biodiversidad allí localizada) esté disminuyendo en la región.
Por tanto, se están creando las condiciones para que los incendios sean cada vez más agresivos al generarse en terrenos cada vez más secos y calientes, esto último por cuenta del cambio climático.
La hoja de ruta de la deforestación
De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), el primer (enero-febrero-marzo) y cuarto (octubre-noviembre-diciembre) trimestre del año son los periodos con mayores índices de deforestación, ya que marcan la temporada seca del noroccidente de la Amazonía colombiana.
Como muestra de ello, el 86% de la deforestación en el Caquetá durante el 2019 se presentó en los trimestres de temporada seca, mientras que el 14% se dio en la temporada de lluvias.
Lo mismo sucedió en el departamento del Meta en el mismo año, cuando se registró que el 90% de la deforestación se presentó en los trimestres de la temporada seca, mientras que el 10% en temporada de lluvias.
A través del siguiente enlace cualquier ciudadano puede hacer el seguimiento de los pronósticos y alertas durante temporada seca, con información actualizada generada por el Ideam: www.pronosticosyalertas.gov.co/.
Entre tanto, los puntos de calor en una geografía también pueden dar pista de la frecuencia e intensidad de la deforestación por cuenta de quemas de bosque. Según señala el Ideam, “el monitoreo de las dinámicas de puntos de calor asociados a ecosistemas naturales, especialmente de bosques, es un insumo importante para orientar acciones de intervención estratégica en el territorio (…) y para reducir los procesos de degradación ambiental, entre otros”.
Estas anomalías de temperatura, detectadas por cuatro satélites del Ideam y procesadas por algoritmos, no indican necesariamente que un incendio esté ocurriendo, pues requieren del análisis de su concentración y patrones espaciales. Si bien en la mayoría de los casos estos puntos representan fuegos en áreas con algún tipo de vegetación, también pueden ser llamas por combustión de gases, tormentas eléctricas, entre otros fenómenos.
Durante el mes de enero de este año, la entidad detectó 14.501 puntos de calor, indicando una proporción menor respecto a los anteriores. En el mismo periodo de 2020, se presentaron 27.628 puntos de calor, 11.588 en el 2019 y 6.108 en el 2018.
Ingresando a http://puntosdecalor.ideam.gov.co/ puede encontrar más información sobre estas mediciones llevadas a cabo por el Ideam.
Hasta el próximo mes de marzo, la Amazonía estará en temporada seca, lo que significa más incendios consumiendo este tesoro natural. Usted puede contribuir al cese de la deforestación denunciando a las personas o grupos inescrupulosos que se dedican a la quema de bosques ante las autoridades competentes.