Por: José Yunis Mebarak.
Noticia publicada por Visión Amazonía.
El pasado 20 de septiembre, el presidente de la República de Colombia, Gustavo Petro Urrego, ofreció un discurso en la 77ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Sus palabras no dejaron a nadie indiferente.
El mandatario colombiano tocó temas de la mayor urgencia no solo para el país, sino para el mundo entero. El principal de ellos fue la crisis climática, en la cual la Amazonía colombiana representa un factor determinante.
La selva, dijo el presidente Petro, es uno de los grandes pilares climáticos del planeta. Efectivamente, el bioma amazónico es considerado uno de los mayores “pulmones” del mundo. Aun así, ha seguido padeciendo el mal de la deforestación ante los ojos de la humanidad.
Es un problema grave que nos pone en riesgo a todos. Baste con señalar que cada hectárea deforestada del bosque amazónico produce 566 toneladas de CO2 (dióxido de carbono).
El negativo panorama, cabe resaltar, es agudizado por las malas prácticas de ganadería extensiva, los cultivos de uso ilícito, la minería ilegal, la tala ilegal y la ampliación de la frontera agrícola en áreas no permitidas, entre otros factores.
Un problema que exige sumar esfuerzos
El año pasado, la deforestación en Colombia aumentó un 1,5% con respecto al 2020, según cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Dicho porcentaje se traduce en una pérdida de 174.103 hectáreas de bosque natural, un área equivalente a la ciudad de Bogotá.
Los territorios más afectados, como es de esperarse, son los pertenecientes a la selva amazónica: por ejemplo, Caquetá, Guaviare, Putumayo y el sur del Meta.
Por ello, es fundamental unir esfuerzos para enfrentar este fenómeno que afecta tanto las riquezas naturales como a los grupos humanos de la Amazonía. Fue un punto en el que hizo énfasis el mandatario en su discurso, al referirse a las afectaciones que representa la deforestación para comunidades indígenas y campesinas.
Teniendo en cuenta lo anterior, el Programa REM Visión Amazonía se ha dedicado durante los últimos seis años a trabajar de la mano de entes territoriales, comunidades indígenas y asociaciones de campesinos, entre otros actores, para reducir y controlar la deforestación del bioma amazónico.
El programa es una iniciativa del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y recibe recursos de los gobiernos de Reino Unido, Noruega y Alemania.
Su apuesta consiste en buscar que las comunidades dejen atrás acciones que agraven la deforestación y, en cambio, se encaminen hacia modelos de desarrollo sostenibles, las buenas prácticas agrícolas y ganaderas o proyectos de turismo rural comunitario, etnoturismo y negocios verdes, para beneficio del territorio amazónico y sus habitantes.
Las tres líneas principales de Visión Amazonía consisten en restaurar áreas degradadas y deforestadas, promover alternativas en áreas de transición para detener la deforestación y mantener el bosque en pie en zonas estipuladas por la Ley Segunda de 1959, con sus resguardos y parques.
Para esto, el programa cuenta con cinco pilares de trabajo: Gobernanza Forestal, Desarrollo Sectorial Sostenible, Desarrollo Agroambiental, Gobernanza Ambiental con Pueblos Indígenas y Condiciones Habilitantes.
Los logros de Visión Amazonía son significativos: más de 287.000 hectáreas en áreas de conservación, más de 36.000 familias vinculadas, 11.000 familias campesinas a proyectos de aprovechamiento sostenible y más de 25.000 familias indígenas del 70% del territorio indígena amazónico en un tema de distribución de beneficios.
Gracias a cifras como estas, el programa se ha convertido en un referente internacional que demuestra que es posible frenar la deforestación con un trabajo coordinado y mancomunado.
Pero aún queda mucho camino por recorrer. Como afirmó el presidente Petro, es el momento de sumar esfuerzos y escalar modelos exitosos como el de Visión Amazonía para el bien de la región y del planeta en su totalidad.