Noticia publicada por Visión Amazonía.
Mujeres de diferentes pueblos indígenas del departamento del Guaviare se reunieron durante dos días con el objetivo de intercambiar experiencias y conocimientos en torno a su empoderamiento, el fortalecimiento de su cultura y la protección y conservación de los territorios que habitan.
Al finalizar el evento, Irene Vasconcelos, capitana del Resguardo de La Asunción, en el municipio de El Retorno, comentó: “Me pareció una experiencia muy bonita porque uno cree que todas trabajamos igual, pero no es así. Hay mujeres que tienen más obstáculos porque los hombres indígenas no están de acuerdo, pero hay que luchar unidas”.
El encuentro se llevó a cabo en el marco de la convocatoria “Cuidadoras de la Amazonía”, una alianza entre el Programa REM Visión Amazonía y el Programa Pequeñas Donaciones del GEF, para dar apoyo técnico y financiero a 69 proyectos ambientales, en los cuales participan aproximadamente 2.500 mujeres indígenas de los departamentos de Vaupés, Amazonas, Putumayo, Caquetá, Guaviare y Guainía.
Desafíos por superar
El último censo del DANE, realizado en el 2018, indica que en el país hay 1,9 millones de indígenas, de los cuales 6.852 se encuentran en el Guaviare. Algunos de los pueblos que habitan el departamento son los Cubeo, Tikuna, Muruí, Puinave, Tukano y Desano. Desde siempre, estos pueblos han protegido y conservado los recursos naturales; sin embargo, múltiples factores están dificultando la preservación de su cultura y sus territorios. La chagra tradicional, como sistema productivo sostenible, es un ejemplo de ello.
“La chagra es el mercado de los indígenas. Ahí nosotros sembramos variedades de yuca, plátano, ají, piña, achiote y demás”, explicó Irene.
Este ha sido históricamente el espacio donde se cultivan todos los alimentos y las hierbas medicinales que han hecho posible la supervivencia de los pueblos indígenas. La chagra tradicional es redonda y comunitaria, y en ella se cultivan diferentes variedades de semillas. Sin embargo, hoy en día son pocas las chagras comunitarias y pocas las variedades de semillas.
Además, según la capitana indígena del Resguardo de La Asunción, el suelo de la región amazónica es muy ácido y, por ende, las técnicas tradicionales de siembra deben ser especiales: “Según lo que yo sé y que me contó mi papá que viene de Brasil, acá la tierra es muy ácida, por eso, para sembrar una mata de yuca hay que quemar, arar y, una vez tengamos la primera cosecha, toca rotar el cultivo para que la tierra se recupere. Por eso, queremos enseñarles a los jóvenes cómo se siembran la chagra y la yuca. Si no les enseñamos esto a nuestros hijos, nuestra cultura se va a acabar”.
Proyectos para recuperar la chagra y fortalecer a las mujeres
María Nora Villegas, del Resguardo Barranquillita, es otra de las Cuidadoras de la Amazonía que participaron en este encuentro. Ella contó que el proyecto que están llevando a cabo se enfocó en la recuperación de semillas ancestrales y en el fortalecimiento de la chagra tradicional, ya que, con la erradicación de la coca, los indígenas de su comunidad se quedaron sin trabajo.
Según ella, “la chagra tradicional se estaba perdiendo porque al Resguardo Barranquillita llegaron muchos colonos en la época de la coca, y los indígenas se dedicaron a los cultivos, dejando de lado el trabajo de la chagra”.
Tania Martínez, técnica local que acompaña los proyectos ubicados en el departamento de la Amazonía, dice que otro motivo de las mujeres indígenas para fortalecer sus tradiciones en relación a la chagra ha sido la pandemia, pues con lo sucedido se han dado cuenta que ahí está todo lo que necesitan para sobrevivir. Es por eso que una gran parte de los 69 proyectos de mujeres indígenas se enfocan en recuperar la medicina tradicional.
“El objetivo de nuestro proyecto es la recuperación de la medicina tradicional porque vemos que se está perdiendo y por la distancia que hay entre El Retorno y el resguardo, se dificulta que llegue la medicina occidental. Por eso, lo que buscamos es que las mujeres del resguardo se apropien de lo que tienen para que ellas mismas se puedan curar a sí mismas, a su familia y a su comunidad”, dijo Yaneth Díaz, del Resguardo Morichal, al cual se llega en tres días en lancha partiendo del municipio El Retorno.
Los 69 proyectos formulados y liderados por mujeres indígenas de la región amazónica, en términos generales, mejoran las condiciones de vida de estos pueblos y su entorno natural, al fortalecer el conocimiento femenino que está relacionado con la chagra y la medicina tradicional. Y es que, históricamente, la mujer indígena se ha encargado de cultivar la chagra, preparar los alimentos e implementar la medicina preventiva. Por su parte, el hombre indígena es el encargado de la caza, de la maloca, de los bailes y de la medicina curativa.
Aunque los roles siempre han sido equitativos, con la occidentalización la mujer indígena ha sido despojada de diferentes derechos, lo que ha hecho que su participación y su liderazgo en la toma de decisiones sean casi nulos.
Yaneth contó que, a pesar de que los proyectos también benefician a los hombres indígenas, ellos han sido el obstáculo más grande para la implementación de sus proyectos.
“Al resguardo nunca se había llevado un proyecto de mujeres. Es la primera vez que llega y cuando sucede los hombres dicen que nosotras no podemos, que las mujeres sirven solo para tener bebés y cuidar la chagra. Por eso, este proyecto ha sido muy importante para que las mujeres dijeran ‘¡Nosotras sí podemos!’, y ahora, a raíz de este fortalecimiento, tenemos una mujer capitana en el resguardo y esperamos que vengan muchas más”, afirmó Yaneth.
Además del fortalecimiento de la chagra y la medicina tradicional, algunos de los proyectos de las mujeres del Guaviare están emprendiendo con artesanías y productos que se dan en sus chagras.
Como resultado de este encuentro, las mujeres indígenas compartieron sus experiencias en la implementación de proyectos, así como los retos y aprendizajes para empoderarse como mujeres y fomentar su participación y liderazgo para el autogobierno y la protección del medio ambiente.
“Nosotras las mujeres éramos muy calladas. No teníamos ni voz ni voto, porque los hombres decían que el oficio que nosotras teníamos como mujeres era solamente dedicarnos a la casa, cuidar niños y cocinar, entonces nos daba miedo hablar. Ahora las mujeres me dicen que se han despertado mucho. Dicen que nosotras como mujeres también podemos trabajar; no solamente somos mujeres para estar en casa, cuidando niños, sino que también podemos hablar y decidir en una reunión donde los hombres estén. Dicen que si los hombres son valiosos, nosotras las mujeres también lo somos”, concluyó Irene.