Por José Yunis Mebarak
Noticia publicada por Visión Amazonía.
Hasta hace unos años, no pocas personas en el país consideraban que a la Amazonía había que “dejarla quieta”, que era necesario simplemente no intervenir de ninguna manera un territorio signado por una exuberancia natural sin parangón en el planeta.
Hay algo de razón en ese tipo de opiniones. Sin embargo, lo que parecen no tener en cuenta es que, desde hace cierto tiempo, el mayor enemigo de la Amazonía tiene nombre propio: la deforestación.
Es un fenómeno que no da tregua. El año pasado, aumentó un 1,5% con respecto al 2020 en todo el país, según estadísticas del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Los territorios más afectados son, desde luego, los que forman parte de la Amazonía. Esta difícil realidad afecta no solo a los ecosistemas, sino también a las comunidades que los habitan. Muchas de ellas, por falta de mejores opciones, se ven obligadas a llevar a cabo prácticas nocivas con el medio ambiente.
Por eso, la solución, más que quedarse de brazos cruzados, es trabajar de la mano con los habitantes del territorio para ayudarles a consolidar proyectos productivos que les permitan vivir dignamente sin lastimar el bosque amazónico.
Teniendo esto en cuenta, una de las actividades sostenibles más adecuadas y prometedoras para el caso de la Amazonía es el turismo de naturaleza.
Sus beneficios saltan a la vista. En los proyectos de este tipo que ha apoyado el programa REM Visión Amazonía, en los cuales se ha invertido más de 6.000 millones de pesos, se ha logrado vincular a cerca de 1.580 familias y conservar casi un millón de hectáreas de bosque amazónico.
Proyectos que protegen bosques y cambian vidas
Cabe destacar que los diferentes departamentos que forman parte de la Amazonía cuentan con excelentes condiciones para el desarrollo de este tipo de proyectos.
Por ejemplo, en Guainía, más exactamente en los Cerros de Mavecure, hay dos proyectos de turismo indígena apoyados por nuestro programa, uno ubicado en el resguardo el Remanso y otro en el resguardo el Venado.
En el Vaupés, también se encuentra un proyecto de turismo indígena ejecutado por Acazunip, que tiene a su favor el imponente Raudal del Jirijirimo, ubicado en el río Apaporis.
En el Guaviare, hay otro proyecto interesante ejecutado por Corpolindosa y que tiene atractivos únicos como el arte rupestre de la zona, así como pozos naturales, caños de siete colores, la Ciudad de Piedra, la Puerta de Orión, entre otros.
En el Amazonas, sobresale un proyecto de turismo rural comunitario que da a conocer las costumbres y cosmovisiones de las comunidades indígenas. Su ubicación también es privilegiada, ya que, en la zona, está Yahuarcaca, un sistema de 21 lagos y lagunas interconectado por el río Amazonas.
En el caso de Caquetá, se desarrolla un proyecto en Peregrinos, un complejo de tres lagunas con más de 30.000 hectáreas de espejos de agua donde se puede nadar y pescar, y con más de 16.800 hectáreas de bosque que resultan protegidas, al tiempo que albergan actividades como senderismo, arborismo, avistamiento de fauna y turismo científico.
Con respecto al Meta, se destaca la Ruta Sierra de la Macarena, un lugar con una belleza sinigual compuesta por municipios como Mesetas, San Juan de Arama. Lejanías, Vistahermosa y Uribe. Allí es posible practicar rafting y recorrer cascadas, entre otras actividades.
Natupaz es una de las organizaciones que desarrolla allí un proyecto de turismo de naturaleza apoyado por Visión Amazonía. A la fecha, ha permitido vincular a 250 familias y conservar 300 hectáreas de bosque.
Todas las personas de la Amazonía, que directa o indirectamente se han vinculado a la cadena productiva del turismo coinciden con que su situación económica y su calidad de vida se ve beneficiada. A esas personas son nuestro objetivo, no es sólo mejorar las condiciones de vida, es incrustarle el chip de la conservación y de la responsabilidad ambiental.
Fomentar el turismo responsable con el medio ambiente, que permita el goce del paisaje, el intercambio de costumbres con las comunidades locales y que aporte intrínsecamente para seguir conservado el bosque amazónico, hace parte de un modelo de desarrollo sostenible, un reto que debe continuar.