Por Blanca Helena Soler P.
Noticia publicada por Visión Amazonía.
Hablar de turismo en el sur del Meta (Uribe, Mesetas, Lejanías, Vistahermosa, San Juan de Arama, La Macarena) en términos de desarrollo sostenible, nos ubica inmediatamente en una región recién nacida para el desarrollo y un embrión para la sostenibilidad y se entiende como un proceso territorial emergente, originado con la firma del acuerdo de paz. Este proceso surge en un espacio geográfico trascendental, con un ímpetu de transformación económica, social y de conservación ambiental.
Debido a más de cincuenta años de conflicto armado y un modelo territorial de economía ilícita asociado a la producción de pasta base; se tiene una región con características de atraso social económico y ambiental. Su Índice de Pobreza Multidimensional, en promedio, se encuentra entre el 80,66 % (DNP, 2005) y el 49,15% (DNP, 2018). Estos hechos económicos y sociales tan complejos han desembocado en una estigmatización generalizada, que para las comunidades del sur del Meta se configura en una carga para el desarrollo territorial sostenible.
Afortunadamente, la firma del Acuerdo de Paz (2016) ha permitido que en estos municipios se genere un número importante y cada año mayor, de emprendimientos turísticos. Son emprendimientos que apuntan al renacer del territorio y a la transformación del modelo de desarrollo económico. Sin duda, este nuevo modelo debe ser sostenible en términos de compromiso y responsabilidad con los recursos naturales y el patrimonio cultural a lo largo y ancho de la región.
El turismo con enfoque comunitario en el sur del Meta es un factor habilitante de progreso, una oportunidad para proyectar el crecimiento económico mediante un modelo sostenible y planificado de manera integral entre las comunidades, la institucionalidad y el sector privado, cuyo resultado sea el aumento del empleo y mayores ingresos, mejorando así la calidad de vida de los habitantes.
Turísticamente, la región se posiciona con propuestas comunitarias en paralelo a emprendimientos locales que ofrecen experiencias de naturaleza, aventura, avistamiento de aves, cultura y gastronomía. Todas estas iniciativas se enmarcan en compromisos de conservación y responsabilidad ambiental. A su vez, en el apoyo e impulso a los diferentes eslabones de la cadena de valor del turismo (alojamientos rurales, puntos de oferta gastronómica, producción limpia en huertas, experiencias de vida rural, guianza local, aviturismo, transporte rural, baquianos, etc.) como oportunidad de trabajo e ingresos incluso más representativos económicamente que la ganadería extensiva y monocultivos que han afectado los ecosistemas y la conservación incidiendo en el cambio climático.
Las posibilidades de desarrollo de un turismo sostenible y comunitario son altas, en tanto que, el territorio cuenta con maravillosos escenarios naturales tan valiosos como Caño Cristales -el lugar más reconocido por su río de los siete colores-, pero existen más rutas como Caño Indio, Caño Canoas, Siete Machos, con paisajes de montaña, cascadas, cañones como el Guejar en Mesetas y el Guape en Uribe, lagunas, ríos, bosques, cuevas y avifauna. Estos exuberantes paisajes permiten actividades como senderismo, rafting, canyoning, rappel, trekking, espeleísmo, experiencias locales culturales y avistamiento de aves. Esta última, en etapa de consolidación turística en el territorio, como componente valioso para la conservación.
La creación de nuevas empresas locales empoderadas, que, con sus esfuerzos titánicos y el acompañamiento institucional, ha logrado visibilizar turísticamente la región y afianzar sus emprendimientos generadores de desarrollo local con un compromiso ambiental para la conservación.
Lo anterior significa que existen recursos y el propósito de las comunidades para transformar la región y su antiguo modelo económico. Adicionalmente, el sector agropecuario se incorpora en la estrategia del turismo en forma de agroturismo. Debido a la creciente demanda turística por vivir las experiencias y prácticas asociadas a la producción agropecuaria local. Es clave resaltar los procesos de asociatividad que han ido consolidándose. Las organizaciones con arraigo territorial, hacen una labor importante de construcción e impulso de este nuevo paradigma de desarrollo sostenible, puesto que respetan, colaboran y propenden por la conservación de las características naturales del territorio y sus comunidades.
La Ruta Sierra de la Macarena, se encuentra a tan sólo 250 Km de Bogotá; es una zona donde confluyen los Andes, la Orinoquía y la Amazonía y donde se puede experimentar la belleza turística única, que ofrece este territorio, un destino apetecido por el turismo nacional e internacional, con gran potencial de crecimiento en aras de una recuperación económica, social y ambiental sostenible tras la pandemia del Covid-19 y que refleja una ventana de oportunidad para el desarrollo sostenible en la región.